Gaztelugatxe

San Juan de Gaztelugatxe, un lugar apuntado en la lista de escapadas desde antes de que se le conociera también como «Rocadragón«, tras haberse rodado allí varias escenas de Juego de Tronos. ¿Te vienes con nosotros a conocerlo?

Gaztelugatxe proviene del euskera gaztelu, «castillo«, y atx, «peña«, significando «peña del castillo«. Un lugar mágico entre las localidades de Bakio y Bermeo, al que podemos llegar a través de un puente de piedra con una escalera de, nada más y nada menos, 241 escalones, los cuales, durante nuestra visita no pudimos recorrer íntegros puesto que un tramo de la escalinata estaba en obras y nos tocó atajar sin recorrer una de las curvas del tramo.

Aún así intentamos ir buscando las pisadas que, según la leyenda, San Juan dejó cuando, de tres pasos, llegó a la ermita de esta roca desde el puerto de Bermeo, lugar al que llegó para cristianizar las tierras vascas. Una de las huellas la podréis encontrar justo en el último escalón al llegar al islote.

Y os estaréis preguntando… ¿cómo visitamos Gaztelugatxe?

Aunque la visita es gratuita, por el número de personas que acuden a esta idílica zona, en temporada alta y fines de semana, debe reservarse desde la página web https://www.bizkaia.eus/es/gaztelugatxe, donde también podréis encontrar información sobre cómo llegar y dónde aparcar.

Desde aquí os aconsejamos llevar calzado adecuado y ropa cómoda, según la temporada en la que hagáis la visita, además de agua, ya que el trayecto son unos 2,5 km, con un desnivel que varía entre el 15 y el 35% según el tramo, un terreno abrupto con mucho desnivel que no es recomendado para personas con problemas de salud ni apto para sillitas de bebés.

A pesar de todo, el sendero hasta el puente es espectacular, con unas vistas impresionantes de la Costa Vasca. Podremos observar tanto la roca de la ermita, como el islote de Akatx y el cabo Matxitxako, e incluso en días con buena visibilidad puede apreciarse la costa francesa.

Una vez finalizada la bajada, llegamos al puente desde el cual podemos escuchar ya los tañidos de la campana de la ermita, y desde donde podemos apreciar, más aún, la majestuosidad de San Juan de Gaztelugatxe.

Aquí comienza el recorrido hasta la ermita en lo alto de la roca. Nosotros fuimos en la última hora de la visita, y aunque había gente, no nos podemos quejar ya que estuvimos tranquilos, pudiendo hacer algunas fotos sobretodo a la vuelta ya que nos quedamos los últimos.

El trayecto aunque parezca cansado se realiza bien y merece la pena, las sensaciones que inundan el cuerpo, las vistas que nos regala el entorno… Una maravilla de la que disfrutar en todo su conjunto.

Una vez que acabamos de subir el último escalón de la zigzagueante escalera nos encontramos con la ermita de San Juan. El mayor Santuario Marino Vasco, la iglesia de los pescadores o, como allí se llaman, arrantxales de Bermeo.

El templo que se puede contemplar en la actualidad no es el original, ya que ha tenido que reconstruirse por los diversos ataques, saqueos e indicentes que ha sufrido a lo largo de la historia. El último de ellos en 1878, un incendio que destruyó la ermita y fue reconstruida por voluntarios de la zona en 1983.

Se encuentra ubicada a 150 metros sobre el nivel del mar, irguiéndose imponente a pesar del salitre del mar y las envestidas del viento.

Según la tradición, después del dificultoso trayecto subiendo los 241 escalones y llegar a la cima, si tocas la campana tres veces tendrás buena suerte y ahuyentarás los malos espíritus.

En la actualidad, tocar la campana está restringido a ciertos días especiales de tradiciones en Bermeo, ya que Gaztelugatxe fue declarado Biotopo Protegido en 1998, y en 2023 ha pasado a ser declarado Monumento Natural. Además, es una zona ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) por lo tanto la biodiversidad y las aves que habitan en la zona podrían verse afectadas por el sonido de la campana, especialmente en la época de apareamiento o cría.

Aún así, y a pesar de que la campana ha sido silenciada guardando su cuerda, son muchos los visitantes que intentan trepar por las piedras de la puerta para acceder a ella, no respetando el lugar que tanto importa y cuidan los vecinos de Bermeo.

¿Habéis estado allí? ¿Tenéis pendiente ir? ¡Os leemos en los comentarios!

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